Consistía en continuar el fragmento que el inició, con un máximo de 1000 palabras y enviarlo al correo de la Fundación Princesa de Asturias hasta el 9 de octubre, para el segundo ciclo de secundaria y bachillerato. Yo me presenté.
El evento por el cual se conocía al autor fue el miércoles 21 de octubre en el IES Carreño Miranda. Se presentaron más de 500 alumnos de 31 centros diferentes de Asturias y acudieron a la cita un representante de cada instituto con acompañantes y profesores. Yo fui la seleccionada de este centro para ir al evento.
El inicio del relato que dio Leonardo Padura fue este:
«Aunque en Cuba insistieran en llamarlo el gallego Manolo, como a todos los españoles que por décadas y siglos se habían asentado en la isla, siempre que podía el viejo Manuel Mejido les aclaraba: "Asturiano. Soy asturiano." Y no lo hacía porque considerara que ser asturiano fuese mejor que ser gallego, o catalán o andaluz, sino porque, a pesar de haber vivido tantos años lejos de su terruño, en cada ocasión en que se le despertaba la nostalgia, sus recuerdos más ingobernables reavivan la memoria de aquel pueblito asturiano donde había nacido y al cual, algún día, algún día, regresaría para completar el ciclo de la vida. Porque Manuel Mejido aspiraba a descansar en la misma tierra donde había nacido...»
Y mi continuación:
Regreso
a mis raíces
«Sonreía cada vez que imaginaba en la mente esos prados verdes, esas
fiestas tan populares, las gentes amables, el ganado tradicional,
definitivamente tenía que volver allí, aunque fuera a ser la última
vez.
A pesar de que transcurrieron los meses, su esperanza de ver ese
pueblo otra vez nunca murió, porque era, precisamente eso lo que le
animaba a luchar cada día por su sueño.
Los viajes, las esperas, los acostumbrados retrasos de los aviones
no le importaron, no cuando al fin puso un pie en aquella tierra de
nuevo. En unas horas aspiró ese aire tan especial para él.
Por la mañana recorrió el pueblito lleno de gente trabajadora que
lo recibió encantada y en la tarde se reencontró con un viejo
amigo, al cual no veía desde hacía muchos años y tuvo que admitir
que también le había añorado.
—Bueno,
cuánto tiempo, ¿eh, Manu?
—Ya me apetecía volver.
Conversaron sin decir nada en
especial por horas, porque el reencontrarse de nuevo en esa tierra
asturiana ya era algo especial de por sí.
—Y, ¿qué tal te fue? —preguntó su amigo.
—Ya sabes, bien, como siempre.
Miró a su alrededor y contempló
el viento mecer los árboles, los jóvenes ayudando con el ganado y
los niños jugando cerca de casa. Era afortunado por haber nacido en
ese pueblo tan hermoso. Recordó otra vez más su propia experiencia,
su honor asturiano que siempre iba guardado en su corazón, sus
padres, trabajadores como ninguno, sus amigos, cerca en cualquier
momento, sus vacas descontroladas en los prados, la rara oportunidad
de ver mundo... Había tanto que agradecer a la vida...
—Sí, es un buen momento para
descansar —comentó.
Su amigo asintió con la cabeza,
él suspiró hondo, y es que, como decía Manuel Mejido, hay que
aprovechar lo bueno antes de que llegue lo malo.»
El evento comenzó a las 12:00 h en el salón de actos del IES Carreño Miranda. Los alumnos podían formular una pregunta al escritor y debían subirse al estrado para ello, pero no dio tiempo para que todos realizaran su cuestión. Después se dirigieron a la biblioteca del centro para recoger una carpeta de cartón firmada por Leonardo Padura cuya tapa se deslizaba hacia arriba y dentro se encontraba el fragmento que él inició y debajo, enlazados con una cinta del mismo material, todos los relatos que se enviaron de un mismo centro. Por ello he de añadir que en mi carpeta además de mi continuación había otra.
Carpeta de cartón |
Detalle de la dedicatoria del escritor |
Después de la firma vino el regreso al IES Valle de Aller.
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